sábado, 15 de mayo de 2010

Cap 03 : La presentación


Florentino, en la gala de la FIFA en la que se premió a Zidane como mejor jugador del año, le paso una servilleta preguntándole, en inglés, si quería venir al Madrid. Zidane le respondió que sí y a partir de ese momento comenzó el romance. Si alguien hubiera abierto del todo la servilleta, seguro que se habría encontrado los cálculos de Florentino con los posibles ingresos, venta de camisetas incluidas. Los números eran los apropiados y se atrevió a dar el primer paso sabiendo que en ese momento Zidane estaba saliendo con la vechia signora.

Unos meses después, Florentino sonríe, satisfecho, con Zidane al lado. Son las 14:57 del nueve de Julio del 2001 y se está presentando a Zidane como jugador del Madrid. En una de las novelas de Donna Leon, un apasionado del arte le enseña a un experta su colección privada, haciendo hincapié en un bol :

“Le pedí que me lo vendiera, pero él se negó, me dijo que no le interesaba el dinero. Le ofrecía más, más de lo que valía el bol, y luego doblé la oferta – Apartó los ojos del bol y la miró a ella, tratando de reconstruir y así explicar su indignación. Agitó la cabeza y volvió a mirar la pieza-. Él siguió negándose. Así que no tuve alternativa. Él no me dejó alternativa. Le hice una oferta más que generosa y no la aceptó. Entonces tuve que usar otros métodos” (Pag 279)

No me importa saber cuáles son esos métodos que Florentino ha tenido que utilizar para convencer a Umberto Agnelli de que le venda a Zidane. Cuestión de negocios. ¿O acaso alguien como Florentino no manda un mensaje al mundo empresarial cada vez que hace un fichaje como éste, mostrando que lo que él se propone lo consigue?

Zidane enseña la camiseta con el número cinco a la espalda, el que llevaba Manolo Sanchís. Parece un número apropiado para él, como si así quisiera escapar de la atención que reclama el diez. La virtud aristotélica del término medio y toda esa pamplina filosófica que se le queda a uno de la escuela. El cinco es el número del que se queda en el aprobado y pasa de curso sin provocar la atención de los medios. También puede verse como si en su espalda luciera una inmensa etiqueta, porque el coste de su fichaje ha sido de quinientos millones de francos, que es una moneda de referencia para un francés como él.

Veo el cinco y pienso en Marylin Monroe y en esas gotas de Channel 5 que se echaba antes de irse a dormir, lo único que, cuenta, llevaba puesto en la cama. Con Zidane ese número cinco no huele a perfume. En cada partido pierde unos tres kilos de sudor que dejan empapada la camiseta. Basta con ver cómo le caen las gotas por la cara cuando le enfocan en los partidos.

"Entiendo español – dice Zidane - pero no me atrevo a hablarlo todavía, así es que voy a hacerlo en francés. Es un honor venir a Madrid y creo que ha llegado el momento de jugar en España. Después de cinco años en la Juventus, es el momento justo e intentaré que en los próximos cuatro años mi rendimiento sea como mínimo igual que en Italia, si no mayor. Muchas gracias a todos".

Las cuentas del Madrid, al ver la presentación, deben sentir ese calor que inunda el cuerpo cuando , en invierno, uno se toma un chupito de orujo. Venga, para adentro. Las cajas registradoras se ponen firmes. Los periódicos aumentan su tirada. Di Stefano lo mira todo como si él ya no se creyera lo que ve. Creo que si Santiago Bernabéu hubiera fichado a Zidane, le habría bastado con sopesar su camiseta después de un partido de fútbol.

Ya tenemos el bol que queríamos. Ahora sólo hace falta acompañarlo con la novena.

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