jueves, 29 de julio de 2010

Cap 14 : Energía para todos


El viernes a las tres y media, un día después del partido contra el Athletic de Bilbao en el Bernabéu, espero a Marta en La Vaguada para ir a comer. Tenemos sólo una hora para tomar algo e ir a la guardería a por los enanos.

Desde donde estoy, veo a la gente que sube por las escaleras mecánicas del primero al segundo piso y de éste al mío. En el segundo piso hay un pequeño puesto del Real Madrid en el que se le informa a la gente de las ventajas de tener el carné madridista. Estas últimas semanas ese pequeño stand estaba rodeado de esa tristeza que se percibe cuando, de madrugada, uno se acerca a pagar el ticket del aparcamiento y le atiende un tipo al que le queda el consuelo de que, en materia laboral, las cosas sólo pueden ir a mejor. Hoy, los tres vendedores, dos chicas y un chico con trajes negros, se mueven con energía entre la gente que pasa cerca, utilizando las fórmulas que les han debido enseñar en un curso rápido de unas pocas horas.

Parece que los tres se hubieran contagiado de la energía que el equipo demostró ayer en el segundo tiempo. Durante el primer tiempo todos se movieron con esa sensación de torpeza y desorientación con la que uno camina por el aparcamiento cuando, pagado el ticket al de la caja, no se encuentra el coche donde pensaba que lo había dejado. La única salida es recorrerse todas las plantas con meticulosidad sin que se note que estás perdido para evitar que la gente descubra que no sabes qué hacer. Todos los jugadores, menos Casillas, andaban con la llave en la mano pero con una amnesia total en lo referente a la manera de jugar. De nuevo, esa impresión de que ninguno estaba en su sitio. El que más confundido estuvo fue Woodgate, que no sólo se había equivocado de planta, sino de garaje : un gol en propia puerta y expulsión por doble amonestación en su primer partido después de un año lesionado.

El chico del puesto del Real Madrid es bajo, delgado y con perilla. El traje que lleva es de su talla, lo que es raro. Los que atienden puestos como el del ING o Patagon, en la primera planta, tienen trajes o grandes o pequeños, como si la rotación fuera tan elevada que los empleados los pidieran prestados a algún familiar. Este chico se mueve entre los posibles clientes con rapidez. Busca a quién acercarse y, cuando lo elige, le dice, muy serio, algo que provoca siempre una sonrisa en el que se para a escucharle.

Algo parecido hizo ayer Guti cuando salió en el segundo tiempo sustituyendo a Gravesen. Cogió el cuaderno de ejercicios que Gravesen había rellenado en los primeros cuarenta y cinco minutos y se dedicó, como si fuera un profesor exigente, a corregirlo sobre el campo. No quedó nada sin tachar. A Guti parecía sobrarle energía. El balón se aligeraba cuando él lo tocaba, trazando al soltarlo unas cuantas líneas perfectas que destacaban sobre una coreografía enmarañada como un plato de espaguetis. Uno de esos pases trazó sobre el área de Aranzubia el dibujo del Zorro, con Ronaldo en el primer vértice y Raúl en el segundo para meter el segundo gol. Una jugada que fue como el latigazo que el equipo necesitaba. Todos parecieron recibir una pequeña descarga eléctrica y este lujoso monstruo de Frankesntein, construido a base de retazos de oro, dio señales de vida.

Fue una lástima que el árbitro, cosas del fútbol, dejara al Madrid con uno menos justo, justo, cuando se ponía por delante en el marcador con ese gol de Raúl que acababa con el empate a uno por los tantos de Robinho y Woodgate . Luxemburgo fue el único que experimentó un momento de pánico y sacó a Ronaldo por Rául Bravo para subirle así un estante más el tarro de las galletas a unos leones que viendo, como el resto del Bernabéu, que no se iban a llevar ningún punto, decidieron pedirle unas cuantas tarjetas amarillas al árbitro para repartirlas luego entre la familia. Raúl marcó el tercero y todos salimos del campo con menos frío en el cuerpo, como si, por fin, uno pudiera calentarse con el juego del Madrid.

El vendedor del Madrid se acerca a Marta. Viene caminando deprisa y no se me ocurre nada que pueda hacer para conseguir que se pare. No tenemos ya mucho tiempo para comer y lo de las cuatro y media es algo sagrado. Se dirige a Marta con un bolígrafo en la mano. Marta niega con la cabeza pero él sigue caminando a su lado. Vuelve a decirle algo. Marta se para y se ríe. El mueve el lapicero y le señala la zona del puesto en la que están los folletos. Marta vuelve a negar y, sin dejar de sonreír, sube por la escalera mecánica.

Hoy, en la prensa económica, se anuncia que el presidente del Real Madrid ha arrebatado el control de Unión Fenosa , la eléctrica gallega, a Amancio Ortega, presidente de Inditex. Por 2.219 millones de euros, se lleva el 22% de la eléctrica. Tal vez eso explique esa subida de tensión del equipo ayer. No lo sé. Buscarle un motivo a muchas de las cosas que suceden en el Madrid es como pedirle a una piedra que te cante un romance. Se me ocurre que quizás la razón esté en el anuncio de Adidas que pasaron durante el descanso. En él se ve a varios deportistas, entre los que está Zidane, corriendo por una carretera. Tal vez a alguien del equipo haya pensado que conviene empezar a poner las cosas en su sitio para permitir que Zidane se sienta cómodo cuando vuelva al equipo. Hay que tener respeto por alguien que se retira el año que viene.

Marta, por fin, llega a mi lado.

-¿Qué te ha dicho?
-¿Quién?
-El del Madrid.
-¡Ah! Nada.
-Pero te has reído.
-Sí, pero no le he prestado atención.
-¿Y te has reído sin saber qué te decía?
-¿Y a qué viene este interrogatorio?
-Nada, sólo curiosidad.
-¿Y tú? ¿Has reservado ya una mesa?
-No , te esperaba.
-¿Esperarme? ¿Con la prisa que tenemos? ¿Pero tú eres tonto?

No sé si soy tonto. Lo que hoy tengo claro es que, si te acercas bien a la ventanilla cuando vayas a pagar el ticket y miras al empleado a la cara, verás a alguien que se parece mucho a Woodgate.

miércoles, 28 de julio de 2010

Cap 13 : Un poco de justicia


Juega el Madrid en Montjuic y lo que veo, mientras Marta y Ane le dan de cenar a los enanos, es la película de Wolfgang Petersen “Das Boot”. Demasiado cine, me digo, que en Canal + retransmiten un partido de fútbol (a 11,95 euros, que se jodan los pobres) y lo que yo reconozco es la historia del submarino alemán que las pasa moradas antes de poder volver a su base.

Siendo más exactos, lo que veo es la secuencia del submarino alemán atrapado por los destructores que navegan por la superficie cuando pretendía pasar por el estrecho de Gibraltar. La vida de un submarino es de color de rosa siempre que no te detecten los barcos. En ese caso estás perdido porque ellos pueden avanzar mucho más deprisa que tú.

Luxemburgo tiene todo el mediterráneo por delante, pero él vuelve a encapricharse con lo estrecho, con los cuellos de botella. Es la tercera jornada de Liga y el planteamiento ya suena a repetición, como las canciones de Jarabe de Palo. Lotina se ha estudiado los tres vídeos disponibles hasta ahora de la colección “Cómo desmontar a los galácticos con remedios caseros” y planta una defensa de libro y le pide a De la Peña que se cruce el campo como si llevara en el bolsillo la noticia del resultado de la batalla de Maratón. Con eso basta.

El Madrid, mientras tanto, avanza sumergido, temiéndose lo peor. Luxemburgo ha convertido al equipo en un submarino, ajeno a las críticas de la superficie que durante toda esta semana han cuestionado su forma de organizar al equipo, y navega sin verle las orejas al lobo. Cree que le basta con que Robinho o Ronaldo se asomen al periscopio para organizar el ataque, lanzar un torpedo que avance a ritmo de samba y hundir a un Espanyol que tuvo la mala suerte de estar donde no debía.

El plan no es malo, pero Luxemburgo no debe haber visto “Das boot”, porque no habría planteado el partido de la misma forma. El Espanyol nos espera en su sitio, en su línea de defensa, y cuando nos detecta debajo de él sólo tiene que ir lanzando cargas de profundidad, sabiendo que es cuestión de tiempo que acaben con el submarino o con los nervios de los jugadores del Madrid.

Luxemburgo, como comandante del submarino, ordena que se sumerja aún más. Logra así alejarse de las cargas de profundidad, pero la presión aumenta el riesgo de fisuras en el casco. El Madrid se va hundiendo poco a poco conforme pasa el tiempo, insistiendo en su único argumento sobre el campo. Como parece que al fútbol le gusta la ironía, el primer y único gol se produce en una jugada a balón parado, justo del tipo que Luxa ha estado preparando con los jugadores durante toda la semana. De la Peña lanza el balón y el árbitro pita antes de que Jarque remate de cabeza. Queda ya claro que hay dos reglamentos, uno para el Madrid y otro para el resto de los equipos. Pero es lo de menos, porque con eso ya contábamos.

Lo que preocupa es que los jugadores empiezan a notar los nervios. No es fácil jugar dentro de un submarino. Robinho, en sólo tres partidos, parece haber envejecido, como si fuera de los que se justifica por el número de camisetas vendidas, no por la cantidad de goles marcados. El resto del equipo escucha cómo la estructura cruje conforme el Madrid se hunde. Cuando la presión sobrepasa los límites, los tornillos saltan y por su hueco se abre una pequeña vía de agua. Pronto salen disparados dos tornillos : Ramos y Baptista, que parece haberse puesto las botas de un Gravesen que hoy ha visto el partido desde el banquillo. Los dos son invitados a dejar el partido por culpa de una tarjeta roja.

Ricardo, a mi lado, se sorprende de la relajación con la que me tomo esta tercera derrota del Madrid.

-¿Y te quedas tan tranquilo? – me pregunta.

Y le cuento que hoy el resultado del Madrid no me afecta. Lo que me ha puesto de buen humor para todo el día ha sido la noticia que he escuchado por la mañana en la radio: Roy Keane va a ser baja de seis semanas por culpa de una lesión sufrida contra el Manchester City. Bueno, Zidane, parece que se ha hecho un poco de justicia.

martes, 27 de julio de 2010

Cap 12 : Vasco Moscoso de Aragón

En 1929 llega a Periperi, un pequeño pueblo costero ,cercano a Bahía, Vasco Moscoso de Aragón. Los curiosos que están en la estación cuando baja del tren ven algunos de los objetos que forman su equipaje : un telescopio, una brújula, un anemómetro, un sextante, un higrómetro y una rueda del timón. A todos ellos, pero sobre todo a uno, Zenquinha Curvelo, no les cabe ninguna duda : se encuentran ante un verdadero lobo de mar cuya presencia va a animar al pueblo.

Periperi, como cuenta Jorge Amado en “Los viejos marineros” tiene una población estable formada por jubilados y retirados de los negocios que desembarca ahí con el deseo de prolongar sus años, lejos de la agitación y del deseo. Todos los que viven ahí se saben rondados por la sombra de la muerte, muy diferente de la de Bahía :

“Allí se prolongaba el tiempo, nada lo apresuraba, los acontecimientos duraban sucediendo. Y el más largo de todos era la muerte, jamás trivial y rápida, siempre fulgurante y demorada, apagando con su llegada todas las apariencias de vida del lugar”

El primer acto público de Vasco Moscoso de Aragón es la visita a un velatorio. Ahí, vestido con su chaquetón marinero, se fija en el rostro de la mujer fallecida, que le recuerda a Soraya, una bailarina árabe. Su narración es tan convincente que todos los asistentes al velatorio son capaces de ver a la bailarina bailando entre ellos, olvidándose del cerco de la muerte.

Comienza así a crecer la fama de Vasco, que parece tener un repertorio inagotable de historias referentes a su vida como marinero. Todo el pueblo le cree, salvo un pequeño grupo, liderado por Chico Pacheco, que, envidioso de la atención que se le presta al recién llegado, trata de descubrir si lo que cuenta Vasco de sí mismo es verdad o, como se rumorea, se trata simplemente de una gran mentira que ha construido para ocultar que no es sino un comerciante, dueño de una tienda de ultramarinos, que jamás ha pisado un barco.

En el libro de Amado, Curvelo representa al grupo de los que, enfrentados a Chico Pacheco y su gente, creen, sin ninguna duda, en la palabra de Vasco, seguros de que se encuentran ante un experimentado marino. En la prensa de hoy leo que los periodistas tienen otros nombres que añadir al grupo de Curvelo : Robinho, Baptista y Roberto Carlos. Este último afirma :

“La gente acabara dando la razón a Luxemburgo. La mayoría de los clubes del mundo juega sin futbolistas en la banda. Sabe mucho”

Si Vasco miente o no, es algo que Jorge Amado cuenta en el resto de la novela, cerrando la historia con uno de esos giros mágicos que tanto les gusta a algunos lectores y que a mí me sienta como una patada en la boca.

lunes, 26 de julio de 2010

Cap 11 : La desorientación de Casillas


Hoy leo que Casillas tiene pendiente la renovación. El periodista sugiere que puede haber una relación entre la “tensa espera” de la firma del nuevo contrato y los siete goles recibidos en tres partidos. El Madrid le ha hecho una oferta por 6,5 millones de euros brutos que él ha rechazado.

Es evidente que Casillas está desorientado. Ya no es el fiel guardián de los ángulos rectos, el representante de la geometría frente a todo lo curvo y esférico. La razón frente a la imaginación. Su área, definida por las líneas rectas, se va convirtiendo en un cuadro de Dalí, en el que todo parece blando y redondeado, la portería da la impresión de encogerse y estirarse según quién lance el balón y los guantes de doblarse hacia atrás.

Ayer vino a vernos el hermano de Marta. Nos contó que esa misma mañana no le habían renovado el contrato de trabajo. Trabajaba como visitador médico para un laboratorio de productos homeopáticos, uno de los cuales utilizamos mucho con los enanos. Tenía un contrato de seis meses con una agencia de trabajo temporal que le había asegurado que, pasado ese tiempo, pasaría a depender del laboratorio..

-Estuvimos en una convención y uno de los que llevan ahí toda la vida nos decía que siempre veía caras nuevas, que era desmoralizante – nos dice.
Al despedirse, me dio la mano, con fuerza.