lunes, 13 de junio de 2011

Cap 23 : Blanco y negro


Al terminar el partido frente al Betis, el segundo que el Madrid juega sin Zidane, Guti le dedica el resultado a Sachi y a Di Stéfano. En los días anteriores al encuentro, Di Stéfano ha pedido a los jugadores que metan la pierna, como si el campo fuera una bañera en la que algunos no quisieran sumergir los dedos de los pies por temor a quemarse.

En un programa que escucho en la radio días después, viniendo del trabajo, critican a Guti por su frase. ¿Quién es él, un tipo que parece traído de una sesión de moda, para criticar a una gloria del Madrid? ¿Quién es él, alguien que sale al campo con una cinta en el pelo, como si estuviera en una academia de danza, para juzgar a la saeta rubia? Los periodistas abandonan la objetividad que merece cualquier noticia y cubren a Guti de críticas, como quien pega sellos de un céntimo en una postal para Patagonia.

En el siguiente encuentro, frente al Rosenborg, con un Madrid con más bajas que una granja de pollos en Indonesia, Guti soluciona el encuentro en dos jugadas. En la primera, le da un gran pase a Robinho para que, a tiro de éste, un noruego marque en propia puerta. En la segunda, recibe un balón que mete en la portería, junto al palo. Los comentaristas dicen que, a partir de ese momento, juega enfadado con el árbitro. Lo que parece una manía suya acaba convirtiéndose en una evidencia : el árbitro debió pagarse sus estudios repartiendo publicidad en la calle y ahora revive sus años mozos con los jugadores del Madrid y las cartulinas amarillas. Hay para todos. Afortunadamente, el Madrid no se lleva ningún gol. Los noruegos, vista la fortaleza física que tienen, se han equivocado de deporte. Lo suyo es ponerse un dorsal y correr alrededor del campo, no dentro de él.

Tal vez Zidane acabe representando al Madrid. Los periodistas, entonces, jugarán a venerarle y a recordar lo que fue para el equipo, lo que significó su gol frente al Bayern Leverkusen. Mientras llega ese momento, parece que no hay ningún inconveniente en criticarle. Después ya habrá quien aproveche su programa de radio para , en el caso de que se ataque al que fue el número cinco del Madrid, defenderle con pasión.

Me gustaría decirles a los del programa de radio que estoy a favor de Guti. Me gusta que, hablando, sea tan efectivo como en el campo : una frase y ya les ha roto la cintura a unos cuantos. Para mí, Di Stéfano, al que veo en la foto que le hicieron a mi padre cuando recibió la insignia de oro y brillantes del Madrid de manos de Florentino, es la etapa en blanco y negro del Madrid. Zidane y Guti, la del color. Los nostálgicos, a propósito del partido contra el Rosenborg, titulan su columna “Don Alfredo sigue goleando”. Y el Cid ganando batallas, no te jode.

lunes, 6 de junio de 2011

Cap 22 : Famous Last Words


En el minuto ocho del partido contra en Valencia, en el Bernabéu, Zidane se prepara para tirar un penalti. Se ve que es algo entre él y el destino. El penalti se le ofrece, como los gansos a los emperadores romanos, listo para ser abierto y ver si en sus tripas se anuncia un futuro de goles o de lesiones continuas. Coloca con tranquilidad el balón en su sitio y lo lanza. El balón golpea en un poste y sale fuera.

Los hay que ya ven a Zidane como un funambulista caminando por una barra tan estrecha como ese poste en el que acaba de dar el balón. La escena me recuerda la portada del “Famous Last Words”, de Supertramp. En ella se ve a un equilibrista que se gira para ver detrás de él unas tijeras que, en primer plano, están listas para cortar la cuerda suspendida en el aire por la que avanza. Parece que los periodistas, sentados abajo, creen que ya queda poco para que dé un traspiés y se caiga al suelo. Para que el espectáculo sea completo, le han quitado la red de seguridad. Siempre luce más la caída de alguien como Zidane. Se meten un puñado de palomitas en la boca y le lanzan unos cuantas frases para ver si termina perdiendo el equilibrio : “El paso del tiempo es cruel con los deportistas de primera línea, los ridiculiza”, . “Zidane se esfuma a ojos vistas, y rendir culto a su memoria es hermoso, pero contraproducente”, “A Zidane le superó la agitación del partido. No está para tantas tensiones”, “Zidane sigue sin parecerse a sí mismo”. “Momia venerable” le llaman en un programa de radio a la mañana siguiente.

Veo la cara de Zidane después de lanzar el penalti y se me quitan las ganas de seguir el resto del partido. El Valencia, perfectamente ordenado, da una lección de cómo jugarle al Madrid. Se llevan de premio tres puntos, jugosos como naranjas recién cogidas. No es , desde luego, culpa sólo de Zidane, pero como hay que buscar un culpable, el más a mano es alguien que, seguramente, el año que viene ya no esté en el equipo.

Adiós, Zidane.

miércoles, 1 de junio de 2011

Cap 21 : Esas migas, ese aliento


Sé que lo relevante es lo que se queda por escribir cuando apago el ordenador. Por mucho que me esfuerce por atraparlo todo con palabras, al acostarme recuerdo una escena que es capaz de resumir el día, de justificarlo. Se acerca con la tranquilidad del animal que viniera a la orilla de lago de noche para beber sabiendo que no hay depredadores que le acechen. Si me levanto para encender el ordenador desaparecerá y sólo me dejará una huellas mezcladas con las demás. Así que me quedo tumbado en la cama, como si se me ofreciera la solución correcta al problema que momentos antes trataba de resolver escribiendo.

La imagen trae sus palabras. Mentalmente las leo, resignado al hecho de que todo ello se perderá cuando trate de escribirlo. Soy como ese personaje de Joseph Conrad que trataba de apagar un incendio por la noche llenando un cubo de agua en un río, confiado y lleno de prisa

“Una noche una choza llena de percal, algodón estampado, abalorios y no sé qué más, se inflamó en una llamarada tan repentina, que se podía creer que la tierra se había abierto para permitir que un fuego vengador consumiera toda aquella basura. Yo estaba fumando mi pipa tranquilamente al lado de mi vapor desmantelado, y vi correr a todo el mundo con los brazos en alto ante el resplandor, cuando el robusto hombre de los bigotes llegó al río con un cubo en la mano y me aseguró que todos “se portaban espléndidamente, espléndidamente”. Llenó el cubo de agua y se largó de nuevo a toda prisa. Pude ver que había un agujero en el fondo del cubo”.

Vuelco todo lo que ha sucedido en el día y me quedo esperando. Me tumbo en el sofá del salón, a oscuras, viendo las dos luces del receptor. La luz roja indica que hay conexión con el emisor, en el cuarto de los enanos. La verde, que tiene batería. Estoy a punto de quedarme dormido, pero esto es lo que claramente distingo de hoy, al margen del resto : unas migas y un aliento.

En la guardería les dan una galleta a cada uno cuando les recojo. Ella le da mordiscos despreocupados. Él parece que se esfuerza por comérsela siguiendo cierto orden. Al poco tiempo, él se queda dormido en el cochecito. Le toco la mano derecha para ver si se está quedando frío y noto las migas de galleta en su palma. Más tarde, ya en una cafetería, le pido a la enana que me dé un beso. Ella abre su pequeña boca y la acerca a mi mejilla. Me llega su aliento a galleta. Esas migas, ese aliento.