domingo, 2 de mayo de 2010

Cap 02 : El objetivo de este libro


Pero el objetivo de este libro no es hablar de Robinho. Mi intención, ahora que acaba de volver a Brasil para jugar un partido clasificatorio y se ha hecho un poco de silencio, mi intención, digo, es la de despedirme de Zidane. Éste es su último año como jugador y me parece que alguien como él se merece una despedida lenta, como esos platos que se toman su tiempo hasta estar listos. Nada de frases precocinadas dentro de diez meses hablando de su grandeza y de su estilo mientras con la vista se persiguen otras piernas que acaban de cruzarse por delante. Hay que ser fiel.

Es una despedida lenta y me hubiera gustado titular estas páginas “El largo adiós”, pero eso lo hizo un tal Chandler y, además, uno no está al nivel de alguien capaz de escribir sobre el aire limpio dentro de un bar :

“Me gustan los bares cuando acaban de abrir para la clientela de la tarde. Dentro el aire está limpio, todo brilla, y el barman se mira por última vez en el espejo para comprobar que lleva la corbata en su sitio y el pelo bien alisado. Me gustan las botellas bien colocadas en la pared del fondo, las copas que brillan y las expectativas. Me gusta verle mezclar el primer cóctel, colocarlo sobre el posavasos y situar a su lado la servilletita de papel perfectamente doblada. También me gusta saborear despacio ese primer cóctel. La primera copa de la tarde, sin prisas, en un bar tranquilo…Eso es maravilloso”

Creo que Zidane es como ese barman que tiene el partido bien ordenado y que, recibiendo un balón con menos jugo que una piedra , consigue servirte una jugada con la servilleta de papel perfectamente doblada al lado. Llevo muchos años yendo al fútbol con gente que me critica que no sé de fútbol. Puede ser cierto. Tal vez , hasta la llegada de Zidane, acudía regularmente al Bernabéu para tratar de saber por qué me empeñaba en no perderme ningún partido. Cuando apareció Zidane y ese aire limpio en el que parece moverse me di cuenta de que , en el fondo, sabía mucho de fútbol : las cosas que se pueden hacer con un balón y las que no. Eso era suficiente para apreciar la forma de jugar de alguien capaz de hacer todo lo que a mí me parecía imposible.

Desde los primeros partidos descubrí que, más que del Madrid, yo era de Zidane. Mi compañera de asiento, una defensora de Raúl, tuvo que admitir que algo irrepetible había llegado al Bernabéu.

-Rául es el mejor – insistía. Hasta que , rendida ante la evidencia, añadió la frase con la que sellamos nuestra tregua – Pero Zidane es el más grande.

En la crónica del partido de El País contra el Cádiz sólo se dice de Zidane que ha regresado a su posición natural, con cuatro años de retraso. Todas las miradas perseguían a Robinho y a sus “virguerías de telediario”, una de esas frases de Clemente que caen encima de uno con la sutileza de un pino recién cortado. Zidane acepta que los focos elijan a un recién llegado el año que él se despide del fútbol. Él mismo se encarga de dirigir uno de esos focos hacia Robinho diciendo de él que “lo que hace es bastante excepcional. Es tan hábil con el balón que impresiona a todo el mundo. Pero pienso que todavía no ha mostrado nada y vamos a aprender a conocer rápidamente a Robinho en Europa. Puede ser el heredero de Ronaldo y Ronaldinho. Lo que hace a su edad es extraordinario”.

Parece que los titulares de este año ya están atados a los tobillos de Robinho como las latas de un coche de recién casados. Todo ese ruido que se monte en la delantera a mí no me va a distraer de mi función de este año, Zidane, que es la de despedirte. Y empiezo a hacerlo desde este momento :

Adiós, Zidane.

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