domingo, 22 de mayo de 2011

Cap 20 : No es un simple juego de palabras


Todos los elogios de la prensa al día siguiente del partido de Liga de Campeones contra el Rosenborg son para Guti. En cierto modo, Guti parece estar más allá del bien y del mal. Durante mucho tiempo ha sido el fakir que se ha atrevido a tumbarse sobre los afilados insultos de los aficionados del Madrid para levantarse sin ningún rasguño, listo para irse al Buda a tomarse unas copas con Roberto Carlos.

Si uno es capaz de realizar ese tipo de números en el Bernabéu sin que alguna parte de su yo más profundo cruja bajo el peso de los traumas está, ya digo, más allá del bien y del mal. Te puedes permitir el placer de ver la vida desde el banquillo o el de salir a jugar como si en este deporte todavía no estuviera todo inventado y decidieras demostrarlo. En ninguno de los dos casos Guti pierde esa sonrisa del que sabe algo de ti que sería mejor que no se conociera. Ahí la tienes, de nuevo, en televisión, cuando la periodista le pregunta si es casualidad que el equipo cambiara totalmente cuando el salió a jugar en el segundo tiempo. La respuesta está en esa sonrisa, pero como todo el mundo tiene un Home Cinema en casa, hay que acompañar la imagen con algún comentario para que se note la calidad del sonido. Guti echa mano de varios tópicos como el que arranca flores de un parque para llevárselas a su novia el día de su cumpleaños. Pues eso.

Los elogios de la prensa, en fin, para Guti. Los periodistas están encantados de tenderle una gran alfombra roja para que tanto él como Beckham caminen por encima, que no por casualidad los dos son resultones y el escaparate de moda de Madrid es la Pasarela Cibeles. Un poco de glamour para el equipo y una dosis de vitaminas para un aficionado que, tras el 0-1 con el que el equipo se marcho al descanso, notó cómo sus defensas volvían a estar bajas ante amenazas más serias como la del Barça o el Valencia. Salió Guti y el Madrid le metió cuatro goles a unos noruegos que parecían sospechar que las cosas iban a terminar así. Una victoria contundente que necesita un buen titular que, como la bandera de un conquistador en tierra extraña, reclame el partido para el equipo.

Zidane no está invitado a esa fiesta que montan los periodistas. Veo el encuentro en el Bernabéu, con mi padre, y es cierto que no hace un buen partido. Parece desajustado y sin precisión en los pases, mostrando su categoría sólo en los controles, como si fuera un cantante que estuviera perdiendo la voz y ya no llegara a las notas más altas. Que se trate de una afonía o de una afección grave es algo que todavía no se sabe. Los periódicos, sin embargo, son implacables con él. Parece que el cajón de los adjetivos positivos se hubiera quedado vacío con Guti y al redactor sólo le quedara echar mano de ese otro en el que las palabras son como viejas piezas oxidadas expuestas a la venta en el Rastro.

En El País ya se distingue entre el actual Zidane y el inolvidable Zidane. En el As, le arrancan la imagen de brújula del Madrid como quien le quita los galones a un general e insisten en que está muy mal y que jugó sesenta y nueve minutos intrascendentes. El Mundo sólo le redime por sus controles. En el Marca, en fin, se afirma que cada vez es más inofensivo.

Este último artículo del Marca es el único que parece tratar a Zidane con cierto respeto, pero se le ven las intenciones en el titular, que habría quedado más elegante diciendo “Zidane, cada vez menos ofensivo” en vez del “Zidane, cada vez más inofensivo”. No es un simple juego de palabras. Es la forma con la que se debería tratar el que puede ser el último año de Zidane como jugador de fútbol. Es el estilo elegante, en fin, con el que empezar a decirle adiós.

Que no se diga que no hemos aprendido nada de él.

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