domingo, 1 de mayo de 2011

Cap 19 : Aphrodite (Detail)


Pasamos cuatro días en Berlín, nuestro primer viaje solos al extranjero desde que nacieron los enanos. La elección de Berlín, una ciudad que se está poniendo de moda, es todo un acierto. Si te gusta la arquitectura, toda ella es un museo : desde los edificios de la Postdamer Platz a las nuevas embajadas que parecen competir por mostrar el diseño más audaz, pasando por las sedes de las grandes multinacionales.

Desde este punto de vista, Berlín es como un equipo de fútbol que fichara a sus galácticos : Libesman para el museo judío, Moneo para el Hyatt o Calatrava para la estación de Spandau. El resultado es, exactamente, como la plantilla del Madrid. Analizados uno a uno, todos los edificios son sorprendentes, pero cuesta ver en todo el conjunto una línea que cree la sensación de estar frente a una ciudad. En algunos casos parecen ser conscientes del problema y le piden a un arquitecto, como en el caso del centro Sony, que levante una cúpula que sirva para sugerir una relación entre los edificios de la empresa que no existe

Es un lujo caótico o un caos lujoso. Basta con caminar con un mínimo de atención para encontrarse con sorpresas arquitectónicas. El 70% de la ciudad fue destruida por los bombardeos de la segunda guerra mundial y, por lo que se ve, el proceso de construcción no se ha detenido. Se pueden ver obras en toda la ciudad y grandes trabajos todavía en proceso, como la gran estación de DB o el hotel que el grupo Meliá está construyendo en la Friedrichstrasse.

El sábado, llevados por una difusa mala conciencia, decidimos meternos en un museo. Elegimos el de Pergamon, en el que nos quedamos sorprendidos por el tamaño de lo que ahí se muestra : el friso del templo de Pérgamo, la puerta de Mileto o el pasadizo del templo de Babilonia. La arqueología en toda su grandeza. Estamos dos horas en el museo. Pasada esa tregua, la ciudad vuelve a pedirnos que le dediquemos más tiempo, así que pasamos por la tienda del museo a comprar una guía en la que tener toda la información que ya no podemos recibir. Estamos ya pagando cuando veo dos postales que también compro : una de ellas es un detalle de la mano de Afrodita, la otra, parte del busto de una amazona.

Por la noche, ya en el hotel, llamo a mis padres para saber cómo han pasado el día los enanos.

-Bien, sin problemas. Ha hecho un poco de frío, así que no les hemos sacado a la calle. ¿Ese ruido de fondo? Tu padre, que está viendo el partido. Ahora acaban de salir al campo.
-¿Está Zidane?
-Espera que se lo pregunte.

Mi madre tiene que gritar. La televisión en casa de mis padres cada vez está más alta.

-Sí, me dice que sí. ¿Mañana sale pronto el avión?

A las ocho de la mañana. En el vuelo no nos entregan ningún periódico, así que no puedo saber qué ha pasado en el partido contra el Atlético hasta que llego a Barajas y me acerco a un puesto de prensa. 0-3. “Es penalti y el líder”, dice el Marca. “Ronaldo el terrible”, titula el As. Leo las crónicas para ver qué tal lo ha hecho Zidane. Los comentarios no son buenos. En el minuto cincuenta y cuatro fue sustituido por Guti, que dio un gran pase para el segundo sólo seis minutos después. Se dice que Zidane está sin tensión, quizás en la fase de “declive natural de un futbolista que fue maravilloso”. Otros dicen que ya está “abatido por los achaques y la fatiga”. Los adjetivos que a su llegada al Madrid eran como los adornos con los que se termina de envolver un regalo caro se han convertido en la cinta de embalaje con la que se cierra la caja lista para la mudanza.

Se acepta que, aún así, es capaz de buenos pases o magníficos controles. Sólo los detalles, sí, pero se me pasa el tiempo mirando esa mano de Afrodita o los pechos de la amazona.

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