miércoles, 28 de julio de 2010

Cap 13 : Un poco de justicia


Juega el Madrid en Montjuic y lo que veo, mientras Marta y Ane le dan de cenar a los enanos, es la película de Wolfgang Petersen “Das Boot”. Demasiado cine, me digo, que en Canal + retransmiten un partido de fútbol (a 11,95 euros, que se jodan los pobres) y lo que yo reconozco es la historia del submarino alemán que las pasa moradas antes de poder volver a su base.

Siendo más exactos, lo que veo es la secuencia del submarino alemán atrapado por los destructores que navegan por la superficie cuando pretendía pasar por el estrecho de Gibraltar. La vida de un submarino es de color de rosa siempre que no te detecten los barcos. En ese caso estás perdido porque ellos pueden avanzar mucho más deprisa que tú.

Luxemburgo tiene todo el mediterráneo por delante, pero él vuelve a encapricharse con lo estrecho, con los cuellos de botella. Es la tercera jornada de Liga y el planteamiento ya suena a repetición, como las canciones de Jarabe de Palo. Lotina se ha estudiado los tres vídeos disponibles hasta ahora de la colección “Cómo desmontar a los galácticos con remedios caseros” y planta una defensa de libro y le pide a De la Peña que se cruce el campo como si llevara en el bolsillo la noticia del resultado de la batalla de Maratón. Con eso basta.

El Madrid, mientras tanto, avanza sumergido, temiéndose lo peor. Luxemburgo ha convertido al equipo en un submarino, ajeno a las críticas de la superficie que durante toda esta semana han cuestionado su forma de organizar al equipo, y navega sin verle las orejas al lobo. Cree que le basta con que Robinho o Ronaldo se asomen al periscopio para organizar el ataque, lanzar un torpedo que avance a ritmo de samba y hundir a un Espanyol que tuvo la mala suerte de estar donde no debía.

El plan no es malo, pero Luxemburgo no debe haber visto “Das boot”, porque no habría planteado el partido de la misma forma. El Espanyol nos espera en su sitio, en su línea de defensa, y cuando nos detecta debajo de él sólo tiene que ir lanzando cargas de profundidad, sabiendo que es cuestión de tiempo que acaben con el submarino o con los nervios de los jugadores del Madrid.

Luxemburgo, como comandante del submarino, ordena que se sumerja aún más. Logra así alejarse de las cargas de profundidad, pero la presión aumenta el riesgo de fisuras en el casco. El Madrid se va hundiendo poco a poco conforme pasa el tiempo, insistiendo en su único argumento sobre el campo. Como parece que al fútbol le gusta la ironía, el primer y único gol se produce en una jugada a balón parado, justo del tipo que Luxa ha estado preparando con los jugadores durante toda la semana. De la Peña lanza el balón y el árbitro pita antes de que Jarque remate de cabeza. Queda ya claro que hay dos reglamentos, uno para el Madrid y otro para el resto de los equipos. Pero es lo de menos, porque con eso ya contábamos.

Lo que preocupa es que los jugadores empiezan a notar los nervios. No es fácil jugar dentro de un submarino. Robinho, en sólo tres partidos, parece haber envejecido, como si fuera de los que se justifica por el número de camisetas vendidas, no por la cantidad de goles marcados. El resto del equipo escucha cómo la estructura cruje conforme el Madrid se hunde. Cuando la presión sobrepasa los límites, los tornillos saltan y por su hueco se abre una pequeña vía de agua. Pronto salen disparados dos tornillos : Ramos y Baptista, que parece haberse puesto las botas de un Gravesen que hoy ha visto el partido desde el banquillo. Los dos son invitados a dejar el partido por culpa de una tarjeta roja.

Ricardo, a mi lado, se sorprende de la relajación con la que me tomo esta tercera derrota del Madrid.

-¿Y te quedas tan tranquilo? – me pregunta.

Y le cuento que hoy el resultado del Madrid no me afecta. Lo que me ha puesto de buen humor para todo el día ha sido la noticia que he escuchado por la mañana en la radio: Roy Keane va a ser baja de seis semanas por culpa de una lesión sufrida contra el Manchester City. Bueno, Zidane, parece que se ha hecho un poco de justicia.

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