domingo, 20 de junio de 2010

Cap 10 : Frío

Primer partido de la Copa de Europa, contra el Lyon. El Madrid sale frío al terreno de juego, como si en el vestuario no funcionara la calefacción. Lo que debe ser un campo se convierte en una fina capa de hielo. Este es un partido que se puede seguir con el oído. Los jugadores del Madrid se mueven sobre el campo como si no quisieran romperlo, con miedo. Basta con acercarse un poco a la televisión para notar cómo algo muy suave empieza a crujir cerca del área de Casillas.

Sentado delante de la televisión, con Marta y su hermana, Ane, dándole de comer a los enanos, yo mismo noto ese frío. Me giro a mi derecha para ver si Ricardo se siente igual. Levanta las cejas y mueve lentamente la cabeza de un lado a otro. Es el problema de la presión, al que tanto miedo le tenía Ronaldo al principio de la temporada. Trato de abstraerme de los insípidos comentarios de los del Canal + y de las dulces voces de las mujeres, insistiendo en que los cuencos de puré terminen vacíos, para tratar de adivinar por dónde se va a acabar rompiendo esa capa de hielo. Es cuestión de tiempo.

El crujido se escucha nítidamente. Cruza el hielo una fina línea blanca, con la velocidad y la precisión del sable de un campeón de esgrima, y el balón, peinado por Carew, entra en la portería de Casillas. Primer gol. Minuto veinte. Me paso las manos repetidamente por los muslos, tratando de entrar en calor. Un gesto inútil porque sé que de esa línea sobre el hielo nacerá otra y otra y otra. Una vez que se inicia el dibujo, el trazo se va ramificando.

-Esto pinta mal – me dice Ricardo.

Tal vez, me da por pensar, es que todos esos jugadores pesan demasiado. Cada uno lleva varios millones de euros sobre los hombros. Se necesita a alguien que no se juegue nada, que salga a jugar con los bolsillos vacíos , invisible a los periodistas. Otro sonido idéntico al primero se produce, no estoy seguro, segundos antes de que Juninho, de falta, en el minuto veinticinco, coloque el balón junto al palo, donde no llega un Casillas al que la portería hoy le queda demasiado grande. A partir de esa segunda grieta, el campo puede quebrarse muchas veces más.

-Muy mal – insiste Ricardo.

Seis minutos más tarde, Wiltord acaba de romper el campo. Entra el tercero y un bloque de hielo, sobre el que se quedan los jugadores del Madrid, se va separando del partido, de los cuencos de puré de los enanos, del tenso silencio de Ricardo, del prestigio de esta competición, del Enrique Mendoza que íbamos a abrir cuando acostáramos a los pequeños, de los titulares de los periódicos de hoy y de mi fidelidad. Se van alejando poco a poco hasta perderse en el horizonte.

-¿Pasamos a ver cómo le va al Betis? – le pregunto a Ricardo.
-Por mí, vale.

Queda casi toda la segunda parte, pero nos arrimamos al sur, donde siempre hace calor.

No hay comentarios: